Dos historias (¿o es solo una?) se imponen ante nuestros ojos en la reciente película de Charlie Kaufman I’m Thinking of Ending Things (2020). La película, adaptada de una novela de Iain Reid, se puede interpretar de distintas formas y edifica la memoria de un hombre, pero nos enseña más que nada la interpretación de una mujer en esa memoria (la narrativa juega con quien es la o el protagonista de la historia). Una película que toca a ratos el género de “road movie” consiste en muchas conversaciones enriquecidas por imágenes y ediciones excéntricas. Una joven, así se refieren a ella en los créditos (Jessie Buckley) aunque en algunas partes le digan Lucy y Ames, y su reciente novio Jake (Jesse Plemons) van a visitar a los padres de Jake en un recorrido que no vale la pena describir más que diciendo que es un lúcido viaje en las tinieblas del subconsciente. La película puede funcionar como una perturbadora historia de suspenso, aunque ese no sea su fin (¿o sí lo es?) y las actuaciones de Toni Collete y David Thewlis se desfiguran con idiosincrasias que enriquecen la incertidumbre de la visita de los recientes novios como ya nos lo habían demostrado en Hereditary (2018) y Naked (1993) respectivamente. La historia paralela es la de un conserje de una escuela preparatoria interpretado por Guy Boyd, cuyas escenas son tranquilas y hasta lo vemos viendo una película dentro de la película la cual hace referencia a un director conocido con un deleitable chiste satírico.
Kaufman no nos hace indagar en las razones de las emociones de sus personajes, simplemente los comentarios son propuestos para que nosotros interpretemos de ellas lo que nos plazca. Que la historia esté llena de cosas sin sentido (como un cerdo animado que habla) no significa que estos personajes sean inhumanos, la joven piensa y Jake a veces parece leerle la mente y se ve preocupado al verla. Por suerte, nosotros sí le podemos leer la mente y sus pensamientos son precisos más a veces sus intenciones nos dejan dudosos. La pareja tiene conversaciones típicas en la carretera sobre gustos personales y artistas como David Foster Wallace y John Cassavetes, que al igual que Kaufman siempre fueron honestos y controversiales con sus trabajos (en una parte vemos el cuarto de Jake en el cual podemos ver libros y otros trebejos que referencian las conversaciones que tiene la pareja, como si la mente de Jake estuviera incubada en ese cuarto e incluso vemos un libro de Pauline Kael y el diálogo que la pareja tiene sobre John Cassavetes es la crítica exacta y negativa de Pauline Kael hacia A Woman Under the Influence (1974) como si la conversación fuera el sueño de un recuerdo distorsionado, ¿el hecho de que Kaufman le haga énfasis a una crítica negativa de una gran película será una provocación a sus críticos para que al igual le insulten su gran película?). Ni siquiera sabemos a qué se dedica la joven pues en varias ocasiones se nos dice que se dedica a distintas cosas, además su ropa cambia de color y su joyería desaparece y reaparece. Jake es el mástil de la historia y parece estar consciente de todo lo que pasa a su alrededor, aunque a veces no comente sobre ello, y a veces haga corajes sin poder arreglarlo.
Las despiadadas y confusas hazañas que Charlie Kaufman presenta al contarnos una historia han hecho que en vano observadores del cine lleguen a un acuerdo de qué se está representando en las imágenes. I’m Thinking of Ending Things no debería de dejar perplejos a seguidores de su obra pues al igual que en algunos de sus pasados guiones como Adaptation (2002) y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004) nos pone a dar vueltas en las entrañas, aunque por fuera nos deja inmóviles. Ya que el cine hasta la fecha es principalmente un movimiento constante de fotografías, que las historias de Kaufman no sean del todo coherentes no deberían de convertirse en una pretensión de parte del ya por tercera vez auteur, que con Synecdoche, New York (2008) nos regaló un rompecabezas mental y con Anomalisa (2015) se atrevió a demostrar dilemas humanos con marionetas. Existen infinitas posibilidades para darle seguimiento a dichas imágenes. Lo que Kaufman intenta hacer es arriesgarse y tratar de contar algo tan único que será difícil encontrarle una comparación (si con algo se puede comparar esta película es con los guiones predecesores de su obra, que si alguna falta le encuentro es que no se aleja mucho de sus temas recurrentes y persiste en encontrarle sentido a las cosas por medio de ilusiones que concentran sentimientos complejos), lo cual hace a Kaufman un innovador del cine y del guion en sí.
Escribir es experimentar. Hoy en día no hay tantos directores que demuestren los sentimientos internos de alguien como Kaufman y esto es en parte gracias a que el director siempre ha sido más un escritor que un cineasta, empezó como escritor de televisión, se brincó a guionista y esta es su tercera dirección (su primera novela, “Antkind” fue publicada este 2020). Los personajes de Wes Anderson y Sofia Coppola, por ejemplo, pueden hacer brotar sentimientos de las miradas y reacciones de sus personajes, las cuales declaran una expresión profunda y humana, pero rara vez un director nos mete en la mente de su personaje y nos deja ver el caos del cerebro como Luis Buñuel o David Lynch lo han hecho en el pasado. Octavio Paz dijo que el surrealismo transforma la realidad y la obliga a ser ella misma. Kaufman nos relata un cuento surrealista en el que las cosas pueden tener sentido para uno si se lo propone, pero no es obligatorio, y el hosco sentido que I’m Thinking of Ending Things provoca al crear su propia realidad debería de ser suficiente para apreciar esta mezcla de recuerdos y confusiones como una pieza artística bien trabajada, conversaciones que alguna vez se tuvieron y ahora quedan plasmadas en la laguna inmensa que es ese espectro al que le decimos memoria.
I’m Thinking of Ending Things. 2020. Dir: Charlie Kaufman. 134 min.
Disponible en Netflix.